El 28 de febrero conmemora el referéndum de 1980, un momento clave en el que Andalucía accedió a la autonomía plena bajo el artículo 151 de la Constitución de 1978. Este proceso fue singular porque, a diferencia de otras comunidades con autonomía rápida, Andalucía tuvo que superar importantes desafíos para ser reconocida como una comunidad con identidad propia. A diferencia de Cataluña, País Vasco y Galicia, que ya contaban con estatutos de autonomía durante la Segunda República y accedieron automáticamente a la vía rápida, Andalucía tuvo que someterse a un referéndum en el que era necesario que al menos el 50% del censo electoral en cada provincia votara a favor. Aunque la mayoría de las provincias andaluzas lograron este umbral, en Almería no se alcanzó el porcentaje requerido, lo que generó un obstáculo legal. Gracias a la presión social y política, se modificó la Ley Orgánica de Modalidades de Referéndum, permitiendo que Andalucía completara el proceso y accediera a la autonomía plena por la vía del artículo 151.

El proceso autonómico andaluz fue impulsado por una fuerte movilización popular, reclamando el fin del atraso económico, el reconocimiento de su identidad cultural y un mayor desarrollo infraestructural. Desde la aprobación del Estatuto de Autonomía en 1981, Andalucía ha experimentado avances significativos en la transferencia de competencias, el crecimiento económico y la reforma de su estatuto en 2007, lo que amplió sus atribuciones. Sin embargo, continúan las demandas por una mejor financiación, la reducción de desigualdades territoriales y el reconocimiento de la memoria histórica del movimiento autonomista.
Pero el 28 de febrero no debe reducirse a un mero acto protocolario. No es solo un día para tomar pan con aceite y azúcar, levantar una bandera y volver a casa. Es un día que nos exige detenernos y reflexionar sobre hasta dónde hemos llegado y qué camino queremos seguir. Celebrarlo con conciencia significa asumir la responsabilidad de construir una Andalucía más justa, solidaria y próspera, en la que los valores de igualdad y autonomía no sean solo un legado del pasado, sino una hoja de ruta para el futuro. Andalucía no es solo una identidad histórica, sino un proyecto en constante construcción.
Desde el Ateneo os deseamos un 28F lleno de verde, blanco y verde y que la lluvia nos ayude con más verde si cabe.
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